periodo de adaptación

¿Prueba superada? No creo, la vuelta al trabajo ya es real y hemos vuelto a recuperar horarios intempestivos, madrugones, duchas rápidas y planificación de menús para no ir todo el día con la lengua fuera, pero siento que no está todo en su sitio, que aún, pese a que no parece haber cambiado gran cosa, el rodaje no ha terminado.

¿Cuánto nos cuesta a los adultos aceptar y adoptar los cambios de estilos de vida, de horarios, de trabajo, de alimentación, de sueño? Estos días que se ha hablado largo y tendido en las redes y en los medios de comunicación sobre el cambio de hora nos hemos hecho una idea ¿verdad? Pues los más pequeños no lo tienen más fácil…

«¿Qué tal lo lleva? Bueno, ella es buena ¿No?» Digamos que ésta ha sido «la» frase de la semana, es una frase sin ninguna intención, sólo quieren saber qué tal estáis llevando la vuelta al trabajo…la mía bien, gracias, es lo que hay, sino la afronto con una actitud positiva estaría haciéndole un flaco favor a mi salud mental y a los que me rodean, sabía que tenía que volver así que mejor hacerlo con una actitud positiva que lamentándome, pero ¿y ella? Sólo ella lo sabe.Digo yo que la bondad en los niños se presupone, que no puede haber maldad alguna en una criatura de cinco meses que además he parido yo, que haga lo que haga y se ponga como se ponga, hasta ahora ella es sólo sentimiento, y si llora es porque algo pasa, y si sonríe y está tranquila es porque algo pasa también.

Pese a todo, soy una de esas madres afortunadas que no ha tenido que lidiar con noches de cólicos, ni despertares cada 10 minutos, ni llantos desconsolados de ninguno de mis tres hijos ¿son buenos? ¿son malos los niños que lloran? Son niños, todos, y no pretenden hacernos nada, no maquinan contra nosotros, no saben que tenemos la agenda de mañana llena y que nos hemos acostado tarde por estar estudiando, no saben que tenemos migrañas, ni fiebres, ni catarros, ni saben si tenemos la cuenta corriente temblando o feliz, lo único que saben es si estamos o no estamos…

La noche del lunes pasado, la primera tras volver al trabajo, mi pequeña, que ha dormido plácidamente desde que nació, decidió pasar la noche despierta: no lloraba escandalosamente, se quejaba un poco, no parecía dolerle nada, comía su teta sin problemas, a eso de las cuatro de la mañana decidí subirla al fular y aún disfrutó y cotilleó durante el paseo a oscuras por casa, hasta dormirse el tiempo justo para que yo pudiera cerrar los ojos una hora y veinte minutos antes de oír el despertador…¿Me estaba vacilando? No…sólo quería que yo estuviese con ella…

Hoy vuelve a ser lunes y ésta es su estampa: mañana ración doble de mimos y de antiojeras me temo…