cama colecho
Lola se ha querido venir conmigo a la cama «porque tengo unas cosas que contarte ahora que estoy más tranquila»…me ha echado una parrafada de 10 minutos «que si Marina es muy importante, que si te quiero muchísimo mamá, que si Diego es más mayor pero yo estoy creciendo mucho y ya le llego a todos los váter sola, que si Susana nos enseña muchas canciones y que si hoy llevé el chándal pero no hice gimnasia, sólo salté en los círculos poquito rato» y de repente me suelta » ale mamá, ya se acabó esta historia que te quería contar, ahora a «dormí»…Ven aquí que te «abrase» ¿empezamos ya? «Sierra los ojos y díjeme cariño…buenas noches» y se durmió…creo que meo purpurina esta noche… Enero 2017

Este texto lo publicaba en mi página de Facebook en enero de este año y lo rescato hoy porque desde hace unos días están las redes incendiadas con una noticia sobre la retirada de custodia a una familia que practicaba colecho, os dejo aquí el enlace a una de las múltiples versiones publicadas en la prensa digital, no voy a valorar la noticia, desconozco los hechos, pero me asombra todo lo que se ha publicado, leído y opinado sobre el tema.

Antes de seguir, decir que hay unas recomendaciones básicas a seguir cuando vamos a dormir con nuestros pequeños, os dejamos las de la AEPED.

Nosotros no colechamos, nosotros dormimos juntos, mis hijos no dicen hoy colecho con mamá, hoy colecho con papá u hoy colecho con mi hermana, simplemente pasa, pero un nombre había que ponerle a algo que se ha hecho desde siempre.

Al nacer nuestros hijos no nos habíamos preguntado si seríamos «colechadores» de crías recién nacidas, porque de adultos tu verás, ya llevábamos años «colechando», simplemente pasó: un bebé precioso, las noches y una teta de por medio hicieron el resto.

No sopesamos pros y contras, no leímos demasiado sobre el tema, dormir juntos era simplemente lo más natural, lo que más fácil nos hacía las noches, la lactancia y la necesidad de acurrucarnos y estar juntos. Se fueron sumando hijos y pies pequeñines a la cama, y lo mejor de dormir juntos son todas estas parrafadas nocturnas de la mediana, son los cuentos leídos ya por el mayor, son las piruetas de la pequeña para llegar al pecho… Son los momentos en los que resolvemos conflictos de patio de colegio, son los secretos, son las nanas, son los momentos en que te inventas historias que empiezan por «había una vez una medusa morada…» y un «venga sigue tú», son los abrazos a las tres de la mañana, son los te quiero con un hilo de voz, son el recuento de heridas de guerra, son las confesiones sobre tu propia infancia, son las quejas sobre lo poco que han podido jugar fuera hoy, son los planes para el fin de semana, son los «tengo sed» y «quiero galletas», son las décimas de fiebre que notas apenas empiezan a subir, son las noches vigilando un pecho que respira mal, son los pies en tu cara, son las manos que te buscan para dormirse, son las mañanas con las sonrisas más sinceras, son el consuelo de una pesadilla de madrugada, son sus posturas, son el buscar un hueco en tu cama donde a veces hay otros cuatro, o tres, o dos…son…los «díjeme cariño»