
Hace 7 años que no bajo las persianas de mi habitación aunque siempre había dormido completamente a oscuras y con la puerta cerrada.
Hace 5 años que Facebook me recuerda que esta semana mis pajarillos vuelan del nido.
Los últimos 3 años mis peques se han ido de vacaciones justo este día, 28 de junio, este año tengo dos días de gracia.
Si no sabes de lo que hablo, hace justo un año lo contaba en este post, todos los años desde hace demasiados, llega el verano y antes de que pueda darme cuenta el abuelo mete a los niños en el coche y se meten entre pecho y espalda 753 kms y a vivir la vida. Fuera madrugones, sol garantizado, piscina 24h/24 y el ritmo extremeño de siestas y jamón ibérico.
Abuelo, bisabuela y demás familia dispuestos a cuidar de mis peques ya no tan peques y a disfrutarlos…Cada verano se inventan nuevas normas que yo debo seguir cuando voy de vacaciones como que se hayan cambiado la raya del pelo de lado, que declaren que toda la ropa son pijamas y todos los pijamas son ropa, que las duchas puedan ser a cualquier hora del día y que salvo que se haya atracado el ciruelo y la higuera con premeditación, nocturnidad y alevosía se puede comer melón y sandía a voluntad.
Este año para añadirle emoción al asunto tengo al abuelo en plan disco rayado desde hace por lo menos 6 meses:
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•Déjame a la pequeña
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•Me la quiero traer
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•Qué mala eres que la vas a separar de sus hermanos
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•Si a esa niña ya no le hace falta teta que ya le doy yo gazpacho
Y yo pues resoplo, que soy muy de resoplar y de encenderme mientras me aferro a mi niña pequeña y a su teta y rezo para que no quiera destetarse en los próximos 4 años y sea una niña de éstas de mamá, mamá, mamá ¿me entendéis no?
La conciliación no es un tema fácil, las vacaciones escolares sean las de verano o las del resto del año llevan de cabeza a muchas familias que tienen que hacer encajes de bolillos para sacar tiempo juntos, así que en el fondo nuestra familia es afortunada y mis hijos tienen en su cabeza un tesoro de recuerdos y dolce farniente que ya quisieran muchos niños…como escribí alguno de estos veranos anteriores, la próxima vez que los vea estarán morenos y felices, habrán pasado un mes rodeados de parte de su familia, a 40 grados y bajo las sábanas de estrellas más bonitas del mundo, habrán comido fruta de los árboles y huevos de las gallinas a las que dan de comer todos los días, habrán reñido a las ocas y reído con los patos, habrán recibido besos y regañinas de abuelo, bisabuela, tíos y primos…se habrán puesto morados de sandía y le habrán puesto morros a alguna lechuga, habrán aprendido nuevos cuentos y canciones y les habrá cambiado el acento, se habrán bañados mil horas en la piscina y sí, habrán pasado un mes lejos de nosotros y su hermana, pero habrán crecido en muchos otros sentidos…
Pero esto de la maternidad es así, yo me repetiré mi mantra de todos los veranos «ellos están bien» y me parecerá oír a mi bisabuela diciendo «tranquila nena, a mitade son noites» (-tranquila niña, la mitad son noches-) y esperaré con mi pellizquito en el corazón que vayan pasando los días…y las noches, pero con la persiana levantada desde que soy madre, para no perderme esas sombras que se deslizan hasta los pies de la cama y que hacen de mi barriga su almohada, que murmuran mamá mientras las estrellas les cantan nanas, que te acarician a las 6 cuando el sol empieza a asomar y te sonríen aún entre sueños para volver a dormirse un ratito más…
Si que debe ser durillo eso de separarse de tus peques un mes, si…¡Pero cuánto deben disfrutar!
Mucho ánimo.
Un abrazo.
Ellos como enanos que son!