lactancia materna

Era la tercera vez aquella mañana que su madre ponía los ojos en blanco al tiempo que murmuraba entre dientes «otra vez le va a dar la teta, esa niña pasa hambre y no lo quiere ver, no-lo-quiere-ver». Hacía 20 días que era madre de una niña y 32 años que era hija pero nunca se había sentido tan pequeña como entonces, llamaron al timbre, era la Señora María:

-Vengo a traer un presente para la criatura. Anunció con su voz cantarina desde la puerta.

-Pasa, pasa María, ahí tienes a la Rosi que no quiere darle un biberón a mi nieta y me la tiene muertica de hambre, que no hace más la niña que querer a la madre, que no la puedo coger ni veinte minutos, ni que no supiese criar niños, ¿pues no he tenido yo cinco y tan hermosos? Vamos que no les falta un perejil y  todos se han tomado sus buenos biberones.

La señora María miró a Rosi a los ojos y sonrió:

-Qué cansada tienes que estar niña, y ésta, tu madre, aquí con la letanía, dijo por lo bajinis, déjame ver a esa preciosidad. ¿Así que no crecías en la tripita eh? Vaya vaya, ahora tu madre tiene que descansar y tú chupar de esa teta como dios manda ¿No ves que tu madre quiere criarte?.

-Gracias María, no hacía falta que trajeras nada, y sí, estoy cansada, pero entre la cicatriz y esta pequeña que ná más piensa en comer no puedo hacer mucho más.

-¿Y qué tenías pensado hacer muchacha? Ni que el mundo no pudiese esperar, pues no se ha fastidiaó que ya lo dice el refrán «si quieres mostrenquear sin vergüenza coge un niño y siéntate a la puerta», ea, tú a lo tuyo, bueno a lo suyo. Y mira de abrir lo que te he traído que sino le vale me ha dicho la Puri que podemos descambiarlo sin problema, que pa’eso están las vecinas. ¡Ah! y también hablé con la Amalia esta mañana, que te mandase recuerdos, y un beso muy grande, que está como loca de viaje por no sé donde hija, que me tienen todo el día con el corazón en vilo estas crías, todo el día de allá para acá, con todo lo que pasa por el mundo, pero mira, que disfruten, ya pararán cuando me den bisnietos.

Se levantó del sofá y le dio un beso en la frente a la pequeña y otro a Rosi que le hizo sentir una paz inmediata, la Señora María había sido su abuela postiza, el olor a jabón, la ropa a clareo, las confidencias a través del patio de luces…


 

Apenas habían pasado unas horas desde el parto y Clara luchaba contra las indicaciones de las enfermeras con sus apuntes del curso de asesora de lactancia en la cabeza: «si tiene hambre dale un suplemento» «niña los primeros días no tienes leche y eso no alimenta, es calostro y no es igual» «ya sabes, 15 minutos en cada teta y a la cuna que se enmadran que es una barbaridad», Clara sabía lo que tenía que hacer, pero las hormonas le estaban jugando una mala pasada y en ese revoltijo de alegría y preocupación que nace cuando nace una madre le preguntó a su chico:

-Nene, ¿tú ves bien al niño?

-Yo sí, pero también te digo que tú eres muy cabezona y estas mujeres están aquí y han visto muchos bebés.

-Ya estamos, pues yo también he estudiado y el niño se ha enganchado solo y se ha soltado cuando tenía suficiente, ¿no ves que el estómago de un recién nacido es nada? N-A-D-A. Es que te vienen con estas cosas y la glucosa a vueltas y coño, te asustan…pero bueno, vamos a esperar que yo lo veo estupendo ¿no es el más bonito del mundo? ¿no te parece un milagro nene? ¿me pasas el agua? ¿cuándo ha dicho tu madre que iba a venir? Es que no sé si quiero dar teta delante de mi suegra ¿cómo hago, le pido que salga? ¿igual se molesta no?

-Qué se va a molestar, si tienes pensado dar tanta teta como dices tendrá que acostumbrarse…

árbol de la vida

 


 

-Siento vergüenza, no quiero tener que andar contando a todo el mundo que tuve cáncer de mama a los 21 años y que mis pechos están curados pero no darán leche, y que es por eso tengo que darle biberón a mi pequeño, pero me miran tan mal las primas de mi marido, ellas todas han dado el pecho, su abuela dice que tiene 4 nodrizas en casa, y que en vez de nietos tiene chotitos,  y a mis espaldas va diciendo que soy una comodona, que no quiero levantarme por las noches, que quiero que Jorge haga de madre y no sé cuántas cosas más, así que siento si éste no es el lugar pero no sé a quién contarle todo esto.

Alejandra le dio a enviar al mensaje y a la mañana siguiente una de las chicas de la Asociación le dijo que se pasase por la siguiente reunión del grupo de lactancia, que aprovechando que hacía bueno habían quedado en el parque de la Alameda y que allí encontraría otras madres como ella, de biberón y de teta que era un espacio de encuentro, de dudas y de desahogo y que esperaba que le hiciese bien…


 

-Niñas no puedo más, tengo un pecho como una piedra y voy a mandar a alguien a por un bote de fórmula ¿por qué es tan difícil?.

Sara escribía este mensaje en un grupo de Facebook con lágrimas en los ojos, eran las dos de la mañana y llevaba un mes mastitis va, mastitis viene y con unas grietas que le hacían ver las estrellas cada vez que su pequeño se acercaba al pezón. No tardaron en llegar los mensajes de apoyo y los remedios de un grupo de madres que o bien habían pasado por lo mismo o bien estaban despiertas velando el sueño de sus pequeños y querían mostrar su cariño: hojas de col frías, masajes, probióticos, cultivos, lámparas de luz roja y no sé cuántas cosas más con tal de que Sara dejase de sufrir cada vez que se acercaba una toma.


 

Desde la ventana de su hotel podía ver el mar, también desde su piso en Barcelona podía verlo aunque no se imaginaba que el Océano Pacífico y el Mediterráneo se pareciesen en nada, pero al abrir la puerta que daba al pequeño balcón el olor a salitre le recordó las horas y horas con el extractor mirando las olas, más de seis meses de estimulación y un banco de leche que esperaba a su pequeña. Llevaban dos días alojados en el hotel haciendo un repaso de todo la historia que les había llevado hasta China, todas las pruebas, las pérdidas, las ilusiones que se desvanecían en las líneas de evaporación de los test de embarazo, el monumental cabreo de los padres de ambos por la niña que iban a adoptar y la incredulidad del círculo más cercano cuando dijeron que querían intentar producir leche materna, escucharon bromas de mal gusto y por momentos, extractor en mano, se encorajinaba recordando los comentarios de sus amigos y la leche dejaba de fluir hasta que volvía a respirar y encontrar la calma con la foto de su hija, de profundos ojos negros, muy poquito pelo y casi diminuta, entre sus manos…