
Hace unos días bromeaba con unos amigos acerca de la lactancia y tras hablar con ellos me di cuenta de que había sido casi un milagro que la lactancia de mi primer hijo fuese bien, qué digo bien, requetebien, pese a todo lo que hoy sé, que es un desastre.
1. Separación madre-bebé
Mi primer hijo nació por cesárea programada, puedes leer más sobre ello aquí, yo era una madre sana y él un bebé sano, pese a todo, pasó en neonatos sus primeras 48 horas de vida: protocolo del hospital sí o sí, en caso de cesárea. De hecho me lo enseñaron unos segundos en quirófano, mientras aún tenía las manos atadas y tuve que rogar que me lo acercasen para poder darle un beso en la carita y poder verlo, ya que no tenía las gafas puestas y tengo miopía y astigmatismo…Y de allí directo a neonatos sin pasar por el pasillo donde esperaban el padre de la criatura y los abuelos, nadie supo decir por qué, el caso es que allí pasó sus dos primeras horas de vida: solo.
Un bebé, cuando nace, espera, quiere, necesita el cuerpo de su madre, no lo digo yo, esto no nos lo hemos inventado las madres, esto es biología, química, naturaleza, instinto, hormonas, amor, supervivencia: se llama exterogestación y podéis ver el documental «Restaurando el paradigma original» ,de Nils Bergman, para conocer la importancia de la no separación madre-bebé.
En mi primera cesárea tuve que convivir con 3o horas de ayuno: desde las 8 de la tarde del día anterior a las 2 de la mañana del día siguiente, hora a la que me tocaba la «tolerancia», no puede beber, ni levantarme en todo el día, no me dejaban, tenía la sonda puesta, así que tampoco me dejaban bajar a neonatos, al niño lo subían de neonatos según su criterio, la primera vez que me lo subieron me lo dejaron unos 10 minutos, la segunda vez un poco más, y por la noche…pues no lo subieron porque «las madres tenéis que descansar»…
2. Biberones pirata
Por si esto también os suena a chino, os enlazo el siguiente artículo sobre el tema: Biberones pirata. La primera vez que me subieron a mi peque venía literalmente lleno, rebosaba leche por las comisuras de la boca, y evidentemente no era mía, nadie nadie nadie, me había preguntado cómo quería alimentar a mi bebé, entonces tampoco había consultas preparto…así que lo alimentaron como quisieron, el tiempo que quisieron, tampoco supe nada. No fue hasta el segundo día, que me dejaron levantar que lo puse al pecho, mi pequeño se agarró fuerte…y ahí se quedó mamando sin problemas, pero no porque se lo hubieran puesto fácil.
Los biberones pirata causan, han causado y seguirán causando Alergia a la Proteína de Leche de Vaca, (APLV), si lo desconocemos, además de posible rechazo del bebé al pecho de su madre, podemos tardar meses en dar con un diagnóstico que explique el origen del malestar del pequeño.
3. Interferencias tetina/suero glucosado.
La IHAN, es la Iniciativa para la Humanización de la Atención al Nacimiento y la Lactancia, acredita a los hospitales y centros de salud que llevan a cabo las prácticas adecuadas a la atención al nacimiento. Para ello deben cumplir una serie de requisitos, en el sexto paso para ese reconocimiento se afirma:
«No dar a los recién nacidos más que leche materna, sin ningún alimento o bebida, a no ser que esté medicamente indicado.»
Si les preguntaba a las enfermeras, juraban y perjuraban que el niño no había tomado suero glucosado, y no le daban chupete…pero ups…se les había olvidado retirar de la cunita que subían de neonatos la tetina de un biberón con una gasa impregnada en ese suerito que deja a los niños con el estómago lleno y tranquilos…, yo las retiraba de la cuna, pero volvían a aparecer.
Además de no recomendarse la administración de suero glucosado por norma, el hecho de que un recién nacido succione algo diferente al pecho de su madre, puede causar interferencias en la lactancia a posteriori: no se mama igual de un pezón que de una tetina, así que el bebé puede agarrar mal el pecho de la madre lo que puede provocar dificultades en la transferencia de la leche, mal agarre y por ende grietas, heridas, dolor, obstrucciones…¿Sigo?
4. Profesionales no preparados.
-¿Vas a darle el pecho?
-Si, dije yo tímidamente.
-Pues ale, 15 minutos en cada teta.
Esa fue la primera y única intervención respecto a la lactancia a la que tuve derecho en en hospital con mi primer hijo, en ese momento estaba sola en la habitación, y bueno, hice lo que me pareció, no sé, sería cuestión de instinto y mucho de suerte, pero sabía que la lactancia era «a demanda» y poco más…
Comentarios sin embargo recibí muchos: «no tienes leche» «este niño tiene hambre» «otra vez está mamando» «las de las cesáreas no tenéis leche en un montón de días»…todo esto profesionales sanitarios, que es lo sangrante.
Las madres cuando dan a luz, efectivamente no tienen leche inmediatamente, tienen calostro: oro líquido en lenguaje maternal.
El calostro es un líquido amarillo secretado por el pecho durante el embarazo y los primeros días después del parto, está compuesto por inmunoglobulinas, grasas, proteínas, agua y carbohidratos, especialmente adaptado al sistema digestivo de un recién nacido, se le conoce también como su primera vacuna y su producción durante los primeros días es más que suficiente para alimentar a un bebé.
Os dejo más información en este enlace de LactApp.
5. Mi total y profundo desconocimiento.
Y sí, aquí no me queda más que entonar el mea culpa, durante el embarazo leí solo por encima aquello relacionado con la lactancia, de hecho, tampoco me había planteado demasiado cómo alimentarlo, creía que «iba a intentarlo, y sino sale biberón…» porque en mi cabeza, dar el pecho no era una decisión, era si acaso una suerte, pese a tener una familia grande, grandísima, apenas había visto amamantar a mi alrededor y las historias que me contaban de la teta eran siempre parecidas; sin embargo sabía en qué tiendas tenían los pijamitas abiertos por delante, qué marcas de carritos existían, modelos de biberones anticólicos, sabía de parto vaginal y eso que sabía que sería una cesárea, sabía que quería a mi hijo hasta el infinito ya, pero de lactancia nada, así que me doy con un canto en los dientes.
Mis otras dos lactancias con mis otros dos hijos, han sido exactamente igual de fáciles, nunca he tenido un problema de agarre, grieta, mastitis, perla de leche, obstrucción o similar…y todos han sido cesáreas, cuando llegó la segunda ya había leído mucho pero que mucho de lactancia, y embarazada de la tercera hice el curso de asesora de lactancia, y hoy sé que fue cuestión de suerte…
Aquí me veis, embarazada de 13 semanas, feliz cual perdiz, eso sí, porque me he pasado los embarazos feliz, pletórica y encantada de tener barriga, pero aún ajena a todo lo que esa maternidad supondría…