
Y antes me pasa.
Tras contaros hace una semana que criar en tiempos de pandemia se me estaba haciendo difícil, apareció la posibilidad del coronavirus en forma de fiebre.
Puede ser que toda tu vida no hayas estado muy atento a las señales de tu cuerpo o el cuerpo de los demás, pero una vez te conviertes en madre eres un termómetro más fiable que cualquier de los tropocientos modelos que hay ahora en el mercado: ni axilares, ni de frente, ni pistola, ni chupete…tocas a tu peque y dices «este niño tiene fiebre» antes de que registre apenas unas décimas. Como cuando crees que estás embarazada, que meas en el palito para sacarle la foto y confirmarle al mundo lo que tú, en el fondo, ya sabes: allí hay jaleo.
Pues eso mismo me pasó el jueves de la primera semana de cole, una semana justa de clase y tras las duchas, cenas y juegos varios, se me sube la pequeña al colo y se me encienden todas las alarmas, solo que esta vez es oigo hasta las sirenas: tiene fiebre.
Le pongo el termómetro pero aún no es demasiada, mañana sin cole, eso ya lo sé pero ¿y los otros niños? ¿y tú? ¿y tu marido?…mensaje a dos grupos de whatssap donde puedo desahogarme y divagar sobre la inexistente conciliación o qué solución se dará al problema que se van a encontrar las familias este año y a la cama…mañana será otro día.
Mi pequeña es una negacionista del apiretal y del dalsy, ella pasa la fiebre a pelo, sudando, tapándose y destapándose toda la noche, abrazándome con esa piel que abrasa por momentos. Llega la mañana y empiezo a avisar, cole, centro de salud (aislamiento para la pequeña y PCR de regalo) y al trabajo. Mientras tanto, trato de explicarle que ahora somos las dos reinonas de la casa, que nos van a llevar el desayuno a la cama y que allí tenemos que pasar las próximas horas hasta que le hagan la prueba y tengamos los resultados. No quiere ni oír hablar de estar encerrada, no quiere saber nada de la prueba, le parece fatal de los fatales que tengamos que ponernos la mascarilla y limpiar las cosas cada vez que alguien entra o sale en la habitación y vamos pasando la mañana entre cantos, tele, cuentos, piedra, papel o tijera…un baño. Después de comer, justo antes de quedarse dormida me pregunta cómo va a ser el examen ese de por la tarde. Le cuento, con palabras fáciles, cómo va a ser lo de esta tarde, que tenemos que ir a la carpa dos, que yo ya me he hecho esa prueba antes y que yo no sentí dolor, que me picó la nariz, que no era agradable y que luego me lloraron los ojos, que el palo parece muy grande, pero es que nuestra nariz también es muy muy grande…se acurruca y se duerme.
Sinceramente, y dadas nuestras experiencias pasadas en relación a los temas médicos, pensé que la niña se pondría muy nerviosa, que iba a ser difícil…pero llegado el momento creo que lo más duro fue la mirada que le echó a la enfermera que se dirigió a ella con una dulzura infinita. La decepción vino después cuando al llegar a casa le dije que teníamos que seguir en nuestros aposentos hasta que nos diesen el resultado. Drama. Normal.
Apenas fueron unas horas, a mediodía del día siguiente llamé para saber los resultados, porque el SMS lleva ya 4 días de retraso…negativa y algarabía y vuelta a informar familia, cole, trabajo y mis grupos de whatssap que son gloria bendita, las risas en medio de todo esto, el desdramatizar una situación que en nuestro caso ha sido anecdótica, pero podría no serlo, que nos ha dado para una entrada de blog con final feliz, pero sabiendo que la cosa, que ahora no pasa de batallita, mañana puede repetirse u hoy, una situación una vez más por la que dar las gracias, porque hay familias que este aislamiento ya lo viven en su día a día, con coronavirus y con otras enfermedades que ya ponían la vida en jaque antes, que ya necesitaban de mascarillas y aislamiento.
Una situación para la que no hay nada pensado a nivel conciliación, y no será porque no hace meses que estamos en ella…pero eso me da para otro post, o no, que me enciendo y prefiero seguir agradecida que cabreada…no queda otra.
Nota: la foto es de unos días, probando las maravillosas mochilas de Huggyberry…