
Lo confieso: me está resultando difícil criar en tiempos de pandemia.
Difícil porque manejar tanta incertidumbre se me hace incómodo.
Es una piedra en el zapato que te recuerda que no puedes caminar tranquila.
Es un ¿y si? y no tener solución.
Es pensar un plan A.
Es buscar un plan B.
Es imaginar un plan C.
Es saber que tus planes no pueden sostenerse demasiado en el tiempo.
Es hacer lo que te dicen que hagas.
Es hacer como si nada, sabiendo que hay un todo.
Es pensar que no sabes si quieres avanzar, parar, retroceder…pero tienes que avanzar, avanzar es bueno, era bueno.
Es dar vueltas, muchas vueltas un día.
Es quedarse quieta, muy quieta al siguiente.
Es una montaña rusa.
Es el mar en calma.
(Quieres que sea una tormenta de verano: que descargue y se vaya)
Es apagar las noticias.
Es leer las últimas cifras.
Es un escalofrío.
Es una pesadilla.
Es una mierda.
Es insomnio.
Es cansancio.
Es soledad.
Es la misma cuenta hecha en el papel 100 veces.
Es un postre especial para seguir creyendo.
Es poner la mente en blanco y ver el fundido a negro.
Es intentar llevar un timón cuando no sabes de barcos.
Es vergüenza.
Es inseguridad.
Es culpa, una poca, mucha, variable, por días, por horas.
Es oír en una voz inocente «hay que guardar la distancia» .
Es un bote de gel, un termómetro y mascarillas de repuesto.
Es un patio de colegio dividido.
Es un pellizco en el corazón.
Es sonreír con los ojos.
Es acompañar sin tener todas las respuestas.
Es acompañar sin tener ninguna respuesta.
Es saber que tienes amor para pasar por ello.
Es dar las gracias por estar viva.
Es dar las gracias por estar vivos, por estar bien, por estar.
Estar, querer, renunciar, creer, criar en tiempos de pandemia.