
Si alguien hubiera aparecido en mi casa ayer a las 19:20 me habría definido como «madre sargento», a las 19:30 «mamá mamá» y a las 22:25 «mala madre».
A las 19:20 acabábamos de llegar a casa tras las actividades de los chicos y sabía que el tiempo apremiaba un poco, tenía que encender el horno para terminar unas alcachofas, pochar ajo y tomate para la fideuá, terminar de escurrir el maíz y picar las salchichas para el plato nada equilibrado que iban a cenar mis hijos, mi prima estaba a punto de llegar con su barriga a buscar una cosita de la tienda y la tarea de pendientes aún era grande.
Así que hice eso que se me da tan bien pero que mis hijos, vaya usted a saber por qué, no acaban de apreciar: dar dar órdenes y a ver cuál acatan o negocian o ignoran. Mi capacidad de organizar y optimizar el tiempo es inversamente proporcional a sus ganas.
«Preparad la ropa para mañana», enciendo el horno y meto las alcachofas. «Mejor ducha y luego cena», dos reclaman un poco de la sopa de cocido que aún queda del domingo y farfullan que se mueren de hambre, así que sopa al micro y ya se ducharán después. «Coged las mascarillas, preparad la ropa, dientes»…dan vueltas, juegan, se ríen…y de repente plafffff…
Se oye un leñazo que me hace temblar, un plato roto, golpe seco en la tibia, gritos, veo las salchichas y el maíz esparcidos por todo el salón, apago todos los fuegos y el horno y cojo a la mediana en brazos entre alaridos e hiperventilaciones. Hay sangre así que los hermanos también quieren ver si es mucho, si es poco, yo también pero con tantas cabezas delante de la herida tardo un rato en averiguar el nivel de gravedad: corte superficial en dedo meñique pero que sangra como un gorrino y probable moratón mañana en la pierna. No necesitará asistencia médica más allá del poder curativo del agua fresca sobre la herida, el sana sana y el colo de madre, la calma para acariciarle el pelo mientras sigue chillando en mi oído y un poco de paciencia nocturna ante su miedo y ese sentimiento que sobreviene después de una herida que sangra: ser la «protagonista» del drama de esa noche. Salgo victoriosa «mamá eres la que mejor cura las heridas del mundo»…ella tiene una tirita chulísima.
Viene mi prima, este año volvemos a aumentar la familia. Por las dos ramas, todo son bebés en mi vida. Charlamos un rato sobre lo divino y lo humano de las pruebas del embarazo, qué enganche al Sullivan, ecos y demás perrerías tenemos, recoge lo que venía a buscar de la tienda, el viernes empieza de nuevo el cierre perimetral y aunque de su casa a la mía habrá escasamente un kilómetro, desde el viernes ni con mascarilla ni sin ella podremos pasar de un municipio a otro…qué tiempos para las embarazadas.
Empieza la operación «vamos a la cama»: no sé qué cuento leer, no quiero en mi cama que está fría, dale más voz a la radio, aún no estoy dormido no te vayas, mi cuerpo está lleno de sed…Y yo sueño con que se duerman ya, pronto, quiero irme, normalmente ese rato de cama me gusta, hablamos, me entero de cosas, les cuento otras, pero hoy me hago la muerta literalmente para ver si con mi silencio sepulcral consigo el suyo, no funciona, pero necesito meterme en la cama, tengo los pies como la nieve y un incipiente dolor de cabeza, no quiero dormir, quiero estar en silencio, un rato. Desde hace unos días he vuelto a mi otro trabajo tras la baja y las vacaciones, estoy pendiente de varios pedidos para la tienda, quiero ver unos vídeos de porteo y mi cabeza no para…no quiero el silencio, lo necesito y por eso salgo de la habitación cual ninja aún sabiendo que esa respiración no es de dormido dormido, mi corazón me dice cosas, malamadre y eso, mis pies quieren meterme debajo del edredón.
Llego a la cama, publico una foto en Instagram, «Rocío habías venido a estar en silencio» «ya, ya, pero quería mirar esto que marqué antes en Twitter» «que apagues y te duermas» «pero que hoy no he cogido el móvil delante de ellos, todo ok» «ya, sí, pero estabas cansada»…»ya, ok, déjame anotar esta idea para el post de mañana: más verdad, luces y sombras, la foto de la cortina»…qué de cosas me digo y me contradigo amigas…